martes, 6 de abril de 2010

Una llamada esperada por la familia Gonzalez Quintero

Tanta espera sirvió

es miércoles. En las horas de la tarde tenía una emoción porque toda la familia iría de viaje al condominio en Carmen de Apicalá. Unos apurados buscando su vestido de baño, otros qué llevarían en su largo pero a la vez corto viaje. ¡Mamá donde esta mi toalla! Se escuchó desde un segundo piso. solo se escuchó un ¡yo la llevo, no hay problema!, La felicidad rondaba en la familia Gonzalez Quintero. Pasaron los minutos, segundos, horas y no se escuchaba la llamada que nos indicará la partida a la casa de los Quintero Cortés. Caras tristes, de aburridos, unos durmiendo, otros frente al Pc mirando facebook, Messenger, y mirando datos curiosos, en la espera de esa llamada que nunca ocurrió. Una idea le surgió a Eliana Quintero: llamar a su hermano, al tiempo que solo se observaban caras preocupadas. Al colgar comunicó a todos los integrantes de la familia Gonzalez Quintero que tardaría un poco más el viaje ya que se presentaron pequeños inconvenientes.

Una, dos, tres, cuatro de la tarde y no volvió a llamar, se fueron dos de los integrantes de la familia con un ánimo muy bajo. Pasaron tan solo unos minutos y por fin la llamada que tanto se esperó. ¡Por fin! nos vamos; pero Eliana con un tono de voz leve diciendo: "no podre ir porque me enfermé, no los acompañaré." Muchos se quedaron callados otros ya no querían ir porque la persona que tanto anhelaban que fuera dio paso atrás. Pero no era impedimento para salir, hubo consejos, y voz de ánimos para que fueran sin ella. Tristes fueron de cinco personas, solo tres, tres jóvenes que sin pensar se dirigieron al viaje. Al salir de casa, a una persona se le olvidó lo más importante, sus cosas de uso personal, su elemento que le reproducirá música en un viaje de dos a tres horas.

Esperaron el taxi, no pasaba ni uno. La llamada que esperaron ya presionó mucho. El medio de transporte llegó, subieron rápidamente, al decir a donde se dirigían, el señor se rió y dijo lo siento, hasta allá no los llevaré, iré a almorzar. Se bajaron llegó otro, rápidamente el taxi corrió a la velocidad de la luz; tan rápido, que empezó un olor a quemado Asustados pensaron que se quemaría. Ya llegaremos, fue la primera palabra que se escuchó durante el momento que estaban en el taxi, al estar cerca de la familia Quintero Cortés, lugar de destino, solo decían, gire a la derecha, siga derecho, en la próxima a la izquierda, aquí es, gracias ¡cuánto es? Salieron corriendo a anunciarse al saber que después de cruzar la puerta comenzaría una aventura que solo durará cuatro días pero mágicos e inolvidables.

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